viernes, 6 de mayo de 2016

El ingenioso hidalgo don Miguel de Cervantes

No son pocos los críticos de la obra cervantina que han observado en ella una exaltación de los ideales del caballero más que una parodia evidente de un determinado género narrativo. Sin embargo, el propio autor nos deja claras indicaciones de cómo ha de entenderse su obra: su prólogo burlesco, en que se queja de la carencia de textos de autores de renombre que den el “espaldarazo”a su pobre caballero (que aprovecha el autor para ridiculizar esta costumbre en general y a Lope de Vega en particular); el sabio filósofo Cide Hamete Benengeli (que se puede traducir por señor Berenjena y que parodia lo rebuscado de los nombres que en su época abundaban en los libros de este jaez); los resultados desastrosos de sus hazañas, que quieren recrear lo aprendido en los libros de caballería sobre un orden en el mundo que ya no es real; su humor al comparar las supuestas discusiones futuras por la filiación local de su héroe en la Mancha con las que hubo al ahijar a Homero en la Grecia Clásica; la imposible sintaxis imitada de la retórica de los libros de caballería al uso: “La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura”; el carácter vulgar de su dama Dulcinea, la cual no es otra que la villana Aldonza que, en palabras de Sancho, que la conoce, “tira tan bien una barra como el más forzudo zagal de todo el pueblo, es moza de chapa, hecha y derecha y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante”, carácter que contrasta fuertemente con las damas inspiradoras de los fidele d’amore italianos, del amor cortés que está parodiando; los nombres parlantes de algunos personajes de su obra, como el señor gigante Caraculiambro, cuya semántica no necesita explicación alguna, etc. Serían innumerables los ejemplos de la manifiesta parodia que Cervantes quiso hacer. No quedan dudas, pues, acerca de la intencionalidad de don Miguel al escribir sobre su pobre caballero.


Ahora bien, cualquiera que se haya acercado alguna vez al análisis de las aventuras del caballero de la Triste Figura, se habrá quedado con una cierta añoranza de los ideales de un mundo mejor, habrá descubierto esa fina ironía sazonada de cierta desesperanza que acompaña la lectura de esta obra. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha comienza siendo la narración de un pobre hidalgo venido a menos que enloquece leyendo libros de caballería y cuyos batacazos provocan  regocijo y humor pero en la segunda parte, El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, cada vez que nuestro pobre caballero emprende una acción destinada a proteger al débil y vuelve a fracasar, apaleado y dolorido, sentimos un leve dolor sordo.


¿A qué se debe esta aparente contradicción, esta extraordinaria paradoja quijotesca? A la crítica moderna le desagrada iluminar la obra con la vida del autor. Es, sin embargo, evidente, que las vivencias de quien escribe quedan parcialmente consagradas en lo que escribe. El único acercamiento a la realidad de los personajes de una obra es el que ha experimentado su autor: a fin de cuentas nadie da lo que no tiene. Creo, pues, que un acercamiento a la biografía de Cervantes será revelador en este asunto. Puesto que en el intento de parodiar a su pobre héroe se hace manifiesto el otro caballero andante que hay en esta trama, el propio don Miguel.


Desde la primera parte, el lector barrunta algo. ¿Cómo puede ser que el que es considerado el mayor representante de las letras castellanas incluya en su obra un discurso que sitúe al soldado por encima del hombre de letras? Y no sólo eso: podría don Miguel haber creado un personaje que no temblara jamás ante la vista del enemigo, como era propio de algunos libros de caballería. Sin embargo, nuestro hidalgo teme y se encomienda a Dios, sin huir jamás de aquello que debe acometer por su honor de caballero, pero sabiendo perfectamente que los huesos que se están apostando en este juego son los suyos. Sabe que ser valiente no es tener miedo, sino vencerlo. Y hace de ello su rúbrica. Curioso todo ello en la pluma de un simple funcionario oscuro cuya función es recaudar impuestos. ¿O es que hay otro Cervantes?


Sabemos que don Miguel luchó en Lepanto, la que fue, según sus propias palabras en el prólogo de don Quijote “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”, descripción que ya debería darnos una pista de hacia dónde apuntan sus anhelos. Sabemos que en esa batalla perdió la movilidad del brazo (conviene recordar aquí que la manquedad de Cervantes no lo es bajo el significado que esta palabra tiene en nuestros días: tenía el brazo inútil por un arcabuzazo, no amputado), herida que considera una medalla encarnada en su cuerpo que atestigua su honor por haber luchado bajo las órdenes de don Juan de Austria. Sabemos que su hermano murió en batalla en Flandes.


De su paso por los baños de Argel, las cárceles de prisioneros de guerra en Árgel, también se puede leer este espíritu caballeresco: trató de escapar en cuatro ocasiones, en intentos organizados por él mismo. Intentos en ocasiones descubiertos por sus propios compañeros de fuga, como el delatado por Juan Blanco de Paz, que como ya es sabido, obtuvo por su delación un escudo y una jarra de manteca, pobre recompensa para tanto daño. Cada vez que fue descubierto prefirió la tortura a la traición. Pasó pues cinco terribles años de cautiverio en Árgel.


Ahora imaginen uds a este soldado que llega a España tras haber triunfado en Lepanto, quebrantado en algo su ánimo por los largos años de cautiverio y los malos tratos, con cartas de recomendación de grandes de España, tratando de que se le recompense con al menos un oficio. Su ambición era cruzar a las Indias, ir como funcionario o soldado a poner su espada y su pluma al servicio de Su Majestad. Sus súplicas fueron ignoradas, nunca se le dió nada y termina como funcionario de recaudación de impuestos, oficio tan considerado entonces como viene a serlo hoy en día. Las humillaciones y vejaciones de su vida aún están empezando. Además de la encarcelación en los baños, pasará dos veces más por la cárcel. En la primera ocasión por acusaciones probablemente infundadas de robarse parte de lo recaudado, en la segunda por algunas circunstancias no muy claras sobre el honor de sus hermanas, apodadas despectivamente “las Cervantas”. A la humillación de la cárcel se le añade en esta ocasión el escarnio público, que, de ser cierto, no es sobre sus actividades sino sobre las de otros, aunque le toquen tan de cerca. En una de esas temporadas de reflexión en la cárcel, nace el Quijote. Así lo dice el autor en su prólogo: ”la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel”. Calculen la desazón de este hombre cuyo concepto del honor podemos vislumbrar por su acciones en Lepanto y en Argel, preso como un criminal a manos de la maquinaria de un rey por el que daría la vida sin dudarlo un instante.


Es aún Cervantes un hombre más renacentista que Barroco, más como Garcilaso que como Quevedo o Lope. Los ideales a los que debe fidelidad ya no están vigentes en sus compatriotas y coetáneos. Y ahí estriba el problema. A lo largo de toda su obra podemos ver cuáles son sus opiniones en muy diversos asuntos. Para muestra estas citas:

-En los grandes peligros, la poca esperanza de vencerlos saca del ánimo desesperada fuerza (Persiles, Libro I, capítulo VIII).
-Un buen arrepentimiento es la mejor medicina que tienen las enfermedades del alma (Persiles, Libro I, capítulo XIV).
-El andar las tierras y comunicar con diversas gentes hace a los hombres discretos (Coloquio de los perros).
-Cada uno es como Dios lo hizo, y aún peor muchas veces. (Don Quijote de la Mancha, 2ª parte, Cap. IV)
-El sueño es alivio de las miserias de los que las tienen despiertas. (Don Quijote de la Mancha, 2ª parte, Cap. LXX)
-La buena y verdadera amistad no debe ser sospechosa en nada. (Don Quijote de la Mancha, 1ª parte, Cap. XXXIII)
-La ingratitud es hija de la soberbia. (Don Quijote de la Mancha, 2ª parte, Cap. LI)
-El que lee mucho y anda mucho ve mucho y sabe mucho (Don Quijote de la Mancha, 2ª parte, Cap. XXV).
-La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua (Don Quijote de la Mancha, 2ª parte, Cap. X)
-No seas siempre riguroso ni siempre blando y escoge entre estos dos extremos; que en ello está el punto de la discreción (Don Quijote de la Mancha, 2ª parte, Cap. LI)
-El hacer bien a villanos es echar agua al mar (Don Quijote de la Mancha, 2ª parte, Cap. LI).


Su modo de entender la vida no incluye todavía esa visión doliente y desesperanzada que sí tendrá Quevedo. Es un soldado, un caballero a quien los conceptos Dios, Patria y Rey le llenan la boca y el espíritu. Pero es también la ola que choca contra el muro una y otra vez, puesto que esos valores que él quiere, que le parecen justos, ya no imperan.


Esa es, a mi pobre entender, la razón de la ironía presente en su obra, de su dolor cotidiano y hermano que le acompaña en su camino al igual que acompaña al de la Triste Figura cada vez que trata de traer al presente de la novela su ideal por un mundo mejor.


Al final de la obra nuestro héroe recobra su juicio y muere cristianamente, como no podía ser de otra manera. Nunca Cervantes hubiera puesto a su héroe en el trance de tener su salvación y su credibilidad en entredicho. Es una manera más de decirnos con su coro polifónico que cuidado, que a lo mejor no estaba tan loco el pobre caballero, que quizá los locos son los que no ven el mundo a través de un ideal. No sin antes haber convertido a Sancho en un creyente, siendo que es éste el que quiere salir a emular ahora la novela pastoril, cuyos excesos también denuncia el autor en su obra, aunque en menor cuantía.


No es un personaje cómico menor el de Sancho, por cierto. Si bien empieza siendo un simple, que imita a su amo en sus locuras, termina siendo un amigo, un compañero que empieza a vislumbrar el mundo bajo la misma óptica que su amigo, que ya no su amo.


La quema de libros que hay en la casa de nuestro hidalgo tras su primera salida apunta también a esto. No se condenan todos los libros, sólo los que exageran notablemente, los que rompen con la verosimilitud, con las reglas de ese mundo en el que se mueven los caballeros. Los libros que se salvan, como el Amadís original, la Diana de Montemayor, la Aruacana, Tirante el Blanco y algunos otros (incluyendo con su juego perpetuo La Galatea, del mismo Cervantes, que más que salvarse se pone en cuarentena) nos vienen a hablar una vez más del hombre culto renacentista. Los ha leído, los conoce y a aquellos en que, aún disparatados, encuentra belleza o verdad, los preserva del fuego purificador. Es otra guía, otro aviso. Casi imagino a Cervantes diciéndonos: “Mire vuesa merced que no son lo mismo Amadís que Belianís, que del uno se aprende y del otro se enloquece”.

Al final de sus días Cervantes muere pobre y casi sólo, sin haberse beneficiado nunca de las regalías de sus libros, pues malvende los derechos para poder mantenerse. Casi anónimo, no con la fama de Lope por ejemplo, ni su buen pasar. Maltratado por su época, como lo fue su caballero. Del escritor más famoso en la lengua castellana, cuando esta lengua se hablaba en un imperio donde no se ponía el sol, ni sabemos donde fue enterrado ni gran parte de su biografía. Allí quedó en la historia el autor: risible, con su honra en entredicho, pobre, de triste figura. Como su pobre Quijote, como él mismo.

Presentación

Esta es una página de libros y referencias literarias. El título, como el sagaz lector habrá deducido sin duda, tiene que ver con el donoso escrutinio que hacen el cura y el barbero en la biblioteca de don Quijote. Qué mejor nombre para un blog que quiere hablar de libros, ¿no?

Mi nombre es Fernando, soy profesor de Lengua y Literatura. Pero por sobre todo soy lector. Antes que nada más de lo que haya sido, sea o seré, he sido lector incansable desde que aprendí a juntar letras.

Quiero escribir de libros que me gusten, poemas, autores y de todo lo relacionado con el hecho literario.

Bienvenido, pues, a esta casa de libros, ya sea que prefieras una biblioteca de Babel, una librería de Koreander o cualquier otro lugar donde habiten libros, autores y personajes.

Gracias por visitarme.